¡SE VENDE SOBERANÍA!

Escrito por: Jordi Said Ayala Torres
Editado Por: Carlos Alberto Arango Schütz
Para:
http://calicolumna.blogspot.com/

Desde hace algún tiempo nuestras fuerzas armadas son consideradas una de las mejores en el ámbito mundial; sus efectivas operaciones en contra del narcotráfico y el terrorismo, sus casi invencibles comandos jungla, sus increíbles infiltraciones en los altos mandos de las FARC y sus inimaginables rescates al mejor estilo hollywoodense, les otorgaron el reconocimiento que hoy en día poseen.

Pero, me pregunto: ¿De qué sirve todo este reconocimiento, las inmensas inversiones por parte del Estado y la extenuante preparación a la que se someten nuestros héroes que luchan día a día en las profundidades de la selva, si se necesita ayuda extranjera para controlar el narcotráfico y la violencia?; ¿Por qué si contamos con las fuerzas militares mejor preparadas para el combate en la selva, tenemos que contar con el apoyo logístico de los Estados Unidos?, son preguntas que últimamente me he formulado desde que el presidente Álvaro Uribe Vélez decidió reforzar la presencia estadounidense en bases militares colombianas.

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El ejército colombiano es esencialmente una fuerza antiguerrilla, que cuenta con una amplia infantería ligera, una efectiva inteligencia, una amplia cobertura en telecomunicaciones y la mejor fuerza de helicópteros de toda Suramérica, ¿pero todo esto de que sirve si el presidente Uribe desprestigia la labor de nuestro ejército y regala nuestra soberanía al mejor postor?

En lo que va corrido del año las fuerzas militares colombianas han adelantado 12.783 misiones tácticas contra los diferentes grupos al margen de la ley; han sostenido 935 combates, en los cuales se han abatido 360 miembros de estos grupos, y en los que se han capturado 3.756; y se han localizado, desmantelado o destruido 1.622 campos minados y artefactos explosivos. En cuanto a la lucha contra el narcotráfico se han incautado 65.728 kilos de cocaína, se han destruido 762 laboratorios y se han realizado exitosamente 148 operaciones contra secuestro y extorsión.

Estas cifras -aunque son menores de las del año pasado- muestran la efectividad de nuestro ejército, al menos para mantener a los grupos ilegales a un nivel “aceptable” y “estable”, por así decirlo. Por más que me duela aceptarlo: “a Dios lo que es de Dios y a Uribe lo que es de Uribe”.

Seguramente mucha gente podría decir al respecto de este tema de las bases militares, que según las cifras conocidas sobre las bajas de nuestros militares (259 entre soldados y policías) estamos perdiendo la guerra, con relación al mismo periodo del año pasado y con base a esto defender la idea de que ¿por qué no eliminar a los grupos al margen de la ley de una vez por todas y, en el proceso, persuadir a los que nos atormentan con una inminente guerra, impulsando este proyecto del gobierno?

Creo que el apoyo internacional es suficiente actualmente y que además es provechoso para la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, aparte de ser un elemento de persuasión para prevenir un posible conflicto con nuestros vecinos. Sinceramente no creo que haya que importar soldados, sólo basta con reformar el modo en el que opera nuestra fuerza armada, ya que luego de siete tormentosos años de duros golpes militares, los grupos ilegales se han empezado a adaptar a la forma en la que se desarrollan las operaciones.

Si este reforzamiento de la cooperación internacional es tan importante, ¿acaso no los es también una fuerte inversión en la salud y la educación de los colombianos que eventualmente si proporcione una seguridad social, ó sea, una verdadera seguridad democrática?; ¿Por qué Uribe en vez de invertir su tiempo en regalar la soberanía de nuestro país, no se dedica a incrementar la presencia de los organismos del Estado para fortalecer el poder estatal y eventualmente construir una soberanía verdaderamente activa?; esta inversión en la guerra, estos acuerdos de cooperación internacional y esta fascinación con el conflicto no va a generar en últimas la paz, sino un circulo vicioso en torno a la guerra.

Al presidente Uribe firmar este acuerdo militar con los Estados Unidos, estaremos muchísimo más alejados de nuestros vecinos de lo que nos encontramos en este momento, y la posibilidad mejorar las relaciones internacionales estará cada día más lejos de poderse realizar. La historia nos ha mostrado que donde los militares estadounidenses hacen nido, se respira un aire de conflicto; ya sabemos lo que paso en nicaragua, y es obvio que aquellos “contratistas” y militares no vienen a cumplir ordenes sino a imponerlas. El interés principal de los Estados Unidos es recuperar la oportunidad estratégica en el continente, ellos no vienen a sembrar la semilla de la paz, vienen a construir una impunidad en torno a sus figuras y a quebrantar la poca soberanía que ostenta el Estado colombiano.

Entonces, ¿vale la pena aislarnos de nuestros vecinos del cono sur, sólo por satisfacer las necesidades de un tercero y rendirle culto a las relaciones con otro Estado que no vive nuestro conflicto? La experiencia nos enseña que la política es un juego de intereses, ¿qué será lo que en realidad le interesa al presidente Uribe, vender su patria o darnos paz?...En mi opinión, es muchísimo mas provechoso cultivar la relación con nuestros vecinos, que impulsar el imperialismo al que hemos sido sometidos durante ya dos siglos por parte de la principal potencia mundial.

El simple hecho de traer refuerzos estadounidenses es un riesgo que no deberíamos tomar; pero ¿que puede hacer uno frente a la ley divina de la seguridad democrática? sólo digo que nuestras fuerzas armadas han demostrado su eficiencia a la hora de combatir a los grupos armados y al narcotráfico, y que cada vez que sus tácticas mejoran su efectividad aumenta, ¿realmente necesitamos vender nuestra patria para obtener paz?

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OPINIONES SOBRE ESTE ARTÍCULO

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6 Opiniones to "¡SE VENDE SOBERANÍA!"

Anónimo dijo... 20 de agosto de 2009, 17:36

Esta patria tendrá que encontrarse con la imagen, sana y progresista, no de el soldado que degolla con con el hierro que tiene por brazos, tampoco por el fuego infernal de su cañon sino por la del ciudadano democrático y crítico. El hombre abierto al debate y renuente al uso de la fuerza. Cuando ese momento llegue, nuestros hijos no serán preparados para ir al combate en las selvas, sino para aventurarse en el descubrimiento científico de nuestra tierra.
Así no dependerá nuestra soberanía de una política imperial, sino del abrazo caluroso de un Estado ejemplar y educador.

Francisco Javier Balanta dijo... 23 de agosto de 2009, 9:53
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Francisco Javier Balanta dijo... 23 de agosto de 2009, 10:01
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Francisco Javier Balanta dijo... 23 de agosto de 2009, 10:02

Permítaseme responder a unas preguntas que en mi real saber y entender queda abierta al lector. De antemano, diré que, la forma en la cual abordaré el comentario de este artículo será poco ortodoxa. Como creo profundamente en el valor de la epistemología paso a decir:

Las preguntas que se plantea el autor de este artículo son muy pertinentes y quizás sean impulsadas por la coyuntura nacional e internacional. No obstante, debemos entender antes de evaluar cualquier eventualidad de política nacional su categoría “intermestica”, es decir, que tanto están ligados los fenómenos internos a las dinámicas externas. Realizando esta tarea principal nos daremos cuenta que la capacidad decisoria de Colombia ha estado supeditada históricamente a las dinámicas externas.

Por inferencia una de las primeras preguntas que se hace el autor de este artículo es ¿porque se necesita ayuda extranjera para controlar el narcotráfico y la violencia? A simple vista esta pregunta se respondería de manera tangencial, pero ahondemos un poco.

Desde la década de 1970 el Estado colombiano se ha visto abocado a combatir a una serie de actores que denomino como antisistemas, en la medida que sus intereses van en dirección opuesta a la del gobierno nacional y su forma de lucha esta deslegitimada por sus acciones. Así pues, encontramos dentro de estos grupos, a las guerrillas, grupos paramilitares, narcotraficantes y grupos de delincuencia común.

Estas organizaciones han sabido permear la débil capa que protegía los diferentes órganos del Estado colombiano. Lo hizo el narcotráfico con los Carteles de Medellín y Cali, el paramilitarismo con Carlos Castaño Salvatore Mancuso y las guerrillas mediante la seducción económica y la coerción físico-psicológica.

Por otra parte, el juego de intereses, la exclusión participativa, los desmanes de cierto grupo de dirigentes políticos que se reparten el país, el descontento social y muchas otras razones de fondo han llevado a la casi implosión del Estado.

Ahora bien, Colombia necesita ayuda externa para controlar ciertos fenómenos internos, porque aun en su interior se presenta débil e incapaz de hacerlo, respuesta de ello ofrece la internacionalización progresiva y a ultranza del conflicto interno desde 1982 hasta la fecha.

La excesiva indulgencia colombiana, la fragmentación del Estado, la proliferación de grupos antisistemas y su vinculación con órganos públicos y dirigentes políticos han contribuido a la consolidación de una Colombia dependiente de la ayuda externa, bien sea diplomática (Unión Europea) o militar (EE.UU.).

En definitiva, Colombia presenta unas debilidades estructurales que lo hacen incapaz de contener el ascenso de ciertos fenómenos perturbadores, a raíz de esto se hace necesario desde la óptica militar más que desde la óptica de la concertación aceptar la propuesta de la “Estrella del Norte” para hacerle frente a esta lucha.

La incapacidad del Estado para monopolizar el uso de las armas precipitó la necesidad de aumentar significativamente la asistencia militar proveniente de Washington y la inestabilidad regional ha propuesto un nuevo escenario geoestratégico (las bases).

Anónimo dijo... 26 de agosto de 2009, 16:41

El anterior es el comentario de un politólogo, es decir, un hombre que, dice mucho y no hace nada cuando de política se habla.

Anónimo dijo... 26 de agosto de 2009, 20:44

Un polítologo tiene como lineamiento ser objetivo en loq ue respecta a su ciencia...precisamente por eso se llama Ciencia Política, no polítiqueria barata.

Para la persona que formulo el comentario anterior, seria bueno que se diera cuenta que si la política se ve de forma objetiva llegar a los resultados y concebir la realidad de los países es mucho más sencillo.

Las ideologías políticas generalmente ciegan el objetivismo y encierran la verdad en una caja que pronto termina siendo una caja de pandora cuando es destapada.

Ataca a un cientifico por ser objetivo y tomar partido desde unos macromoldes analíticos, es como dispararle a un miembro de la cruz roja por declararse neutral en un conflicto.

Carlos Alberto Arango Schütz, Estudiante de Ciencia Política.

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