EL MERCANTILISMO Y EL COLBERTISMO EN FRANCIA (1661 – 1683)

Las siguientes páginas son una breve reseña sobre la Francia mercantilista del siglo XVII, publico este ensayo en Cali-Columna para la sección de historia con el objetivo de que sirvan como una referencia para todo aquel que le guste leer historia y ensayos académicos.

I. INTRODUCCIÓN:

El período que se va a tratar en las siguientes hojas es el que corresponde a la Francia del Siglo XVII, más concretamente en el reinado de Luis XIV desde el año 1661, hasta la muerte de su ministro de hacienda y finanzas Jean-Batiste Colbert en el año de 1683.

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Jean-Batiste Colbert nació en Reims, en una familia de mercaderes. Colbert jamás tuvo una educación formal, pero su tío, Odart Colbert le ayudo a conseguir un puesto dentro de la burocracia francesa como asistente de Michel Teller. Colbert pasó después de siete largos años de servicio a convertirse en consejero de estado y luego a ser uno de los principales ayudantes del Cardenal Mazarino. Después de la muerte Mazarino, Colbert ascendió hasta convertirse en el ministro de hacienda y finanzas del rey Luis XIV.

Este período de la historia, en el que Colbert sirvió bajo el absolutismo francés (1661 – 1683) está marcado por las clásicas políticas mercantilistas que influían en el desarrollo del comercio, la industria y la agricultura; cada una de estas actividades dependía estrictamente del control estatal y las posiciones proteccionistas del ministro Colbert con respecto a las importaciones, las exportaciones, la política fiscal y la asignación de monopolios a los distintos gremios existentes en una industria en particular.

En las siguientes hojas se describirá: El desarrollo del mercantilismo y el colbertismo; la política proteccionistas del ministro Colbert; el colbertismo y el mercantilismo como una herramienta para fortalecer el poder político de Luis XIV; y la estructuración del trabajo bajo el mercantilismo francés entre 1661-1683.

II. EL DESARROLLO DEL MERCANTILISMO Y EL COLBERTISMO:

Jean-Batiste Colbert manejó las clásicas políticas mercantilistas que habían predominado en Francia y en el resto de Europa desde el siglo XVI, básicamente se enfocó en fomentar y conservar el metal en lingotes dentro de Francia y prohibir su exportación, crear unas grandes barreras arancelarias para las importaciones, subvencionar las exportaciones creando monopolios otorgados a ciertos gremios industriales e imponiendo altos impuestos indirectos; todo lo anterior con el fin de aumentar las arcas y estabilizar la economía.

Colbert además abrazaba el clásico argumento de que el comercio es guerra y conflicto, para él una nación sólo podía mejorar comercialmente cuando le infringía daño a otra nación, “[…] las ganancias de una nación debe suponer la pérdida de otra”[1]. Debido a esto podemos suponer que la guerra de 1672 entre Francia y Holanda se debió a una fuerte presión ejercida por Colbert a Luis XIV[2] para que intentara organizar un modelo de comercio e industrialización basado en la estructura del desarrollo comercial e industrial holandés, que no era más que un fuerte comercio con las Indias Orientales y Occidentales y un desarrollo de manufacturas como el lienzo y los paños. Después de la guerra con Holanda y los altos costos que le significó a las arcas francesas, el país entró en un período de recesión debido a la escases de alimentos y las políticas proteccionistas sobre las exportaciones que impidieron en muchos casos la inversión de ciertos gremios en algunas industrias.

Por otro lado Colbert creía que Francia se debía auto-abastecer y generar lo suficiente para su subsistencia sin depender a gran escala del comercio con otras naciones, por esto Colbert mediante una serie de decretos impuso unos altos estándares de calidad para los bienes producidos en Francia, con el fin de que en un futuro, cuando generaran suficientes excedentes y cubrieran la demanda interna, pudieran competir y ganar en la “arena” de los mercados internacionales. Así el método predilecto era asignar a un gremio los derechos de producción sobre un bien determinado y proteger la producción de cualquier posible importación que generará competencia en lo domestico, después de que el bien había sido producido, se procedía subsidiar las exportaciones de dicho bien para que entrara con fuerza en los distintos mercados en donde Francia comerciaba.

El colbertismo se convirtió en una política de Estado después de la muerte de Colbert, esto se debió a que Luis XIV “[…] agradecía a Colbert con altivez el haberle ayudado materialmente a hacer posibles las grandes ambiciones de su madurez […]”[3], y a que en cierta medida las políticas de Colbert habían ayudado a librar a Francia de algunas deudas y problemas comerciales y también habían contribuido al fortalecido en el primer período de paz del reinado de Luis XIV, a establecer una economía balanceada que nunca se había logrado y que después de la guerra con Holanda jamás se pudo volver a concretar.

III. LA POLÍTICA PROTECCIONISTAS DEL MINISTRO COLBERT:

El proteccionismo jugó un papel fundamental en la economía francesa del siglo XVII, ya que los mercantilistas consideraban que la intervención estatal en los asuntos comerciales era vital para el desarrollo de una verdadera estabilidad económica en el país. La protección a las exportaciones era esencial bajo el colbertismo, se debía proteger la producción interna del país de cualquier importación que alterara los precios locales y compitiera en lo domestico con la producción de un bien en particular, se debía además potenciar la calidad de los productos para que generaran mayor competitividad y proporcionaran mayores beneficios. Las restricciones no se limitaban únicamente a las importaciones, también jugaban un rol determinante en la producción interna, ningún bien podía ser elaborado o explotado por más de un gremio en las distintas provincias, se limitaba en grandes proporciones la competitividad de los productos y se fomentaban los monopolios gremiales.

Este sistema gremial y de monopolios en ocasiones favoreció la producción pero generó un atrasó en la tecnificación y la evolución de la industria francesa. A menudo ciertos bienes llegaban a Francia del extranjero y constituían una revolución en materia de industrialización, pero los monopolios al ver sus productos amenazados por las nuevas innovaciones, acudían al estado en busca de restricciones y en ocasiones abogaban por la eliminación de algún bien importado de otro país y el estado en casi todas las ocasiones restringía las innovaciones o los nuevos productos que generaban competencia.

Un claro ejemplo de esta política de proteccionismo fue el tema de controversia en 1660, cuando empezó a llegar a Francia un nuevo producto que suponía una revolución, los calicós estampados. Cuando los monopolios de la lana, la pañería, la seda y el lino se dieron cuenta que los calicós competían abiertamente con sus productos acudieron al estado, este aplicando el colbertismo restringió los calicós e incluso los prohibió. Así Colbert se encargó de diseñar una política que fomentaba el desarrollo interno, pero que deterioraba la evolución de la industria.

En el tiempo en que Colbert fue ministro de Hacienda se desarrolló una política de cero tolerancia contra cualquier producto nuevo que compitiera en los mercados, cualquiera que lo produjera y que lo usara. Se crearon servicios de espionaje que revisaban los mercados y la producción para esclarecer quienes producían en contra de los decretos del Rey mercancías prohibidas. El proteccionismo llego al punto de ser una política que mataba a quienes producían y comerciaban con un producto prohibido, y que linchaba a quien lo comprara y lo usara.

IV. EL COLBERTISMO Y EL MERCANTILISMO COMO UNA HERRAMIENTA PARA FORTALECER EL PODER POLÍTICO DE LUIS XIV:

El régimen político en donde se encuentran las políticas proteccionistas de Colbert es una monarquía absoluta – con Luis XIV se da el absolutismo Francés – con el poder sobre todo los asuntos que le conciernen o que desea que le conciernan. La población es súbdita del Rey y por tanto respetan su derecho divino a gobernar y más en el caso de Luis XIV, de quien se decía que era la copia de la imagen de Dios (El Rey Sol); por lo tanto los súbditos vivían en un estado que era propio del rey, en donde este tenía el derecho divino a implementar cualquier política que deseara y considerara más conveniente para el bien común.

El mercantilismo es un sistema que necesita de la intervención del Estado para funcionar correctamente. El Estado es el único que puede proteger el comercio y la acumulación de metales preciosos prohibiendo que sean exportados y por tanto la riqueza se pierda cediéndola a otras naciones por falta de intervención. En un monarquía absoluta asegurar todos los medios de producción es un asunto mucho más viable y que por norma es una razón de Estado, a diferencia de otro tipo de régimen que no intervenga, respete las libertades individuales y promueva el dejar hacer – dejar pasar. Por lo anterior en Francia el mercantilismo surgió bajo el telón de la monarquía absoluta y fue de gran ayuda para que los reyes llenaran sus arcas con la riqueza acumulada e intervenida por el Estado.

El proteccionismo fue el método por excelencia para que el Estado pudiera controlar la producción y el comercio, y de esta forma cumplir los requerimientos impuestos por el modelo mercantilista. El colbertismo fue radical en su aplicación del proteccionismo y el intervencionismo, llevó crear estrategias que garantizaran el poder del rey mediante la adquisición de riqueza y el acondicionamiento de las circunstancias económicas. Los altos impuestos a la renta y a la propiedad, la asignación de monopolios, los subsidios a las exportaciones, las restricciones y el prohibicionismo de las importaciones fueron métodos que Colbert radicalizó para garantizar la riqueza y con esta el poder político de Luis XIV. El mercantilismo en Francia fue una herramienta a disposición del rey para fortalecer su poder político en su propio reino, así como en toda Europa. Luis XIV quería ser el árbitro del mundo y Colbert trató de proveerle las herramientas para que lo fuese.

V. LA ESTRUCTURACIÓN DEL TRABAJO BAJO EL MERCANTILISMO FRANCÉS ENTRE 1661-1683:

El trabajo bajo las concepciones mercantilistas consiste en ver al trabajador como una pieza importante en la producción, claro está que esto no supone que los mercantilistas vieran al trabajador con los ojos que Adam Smith los vio y mucho menos como los vemos hoy en día. Las condiciones laborales impuestas en el modelo mercantilista hacían que el trabajador se volviera dependiente de su propio puesto laboral, no recibía ningún estimulo por su trabajo más allá de su paga y el sistema no dejaba al trabajador avanzar en un proyecto de vida. Para los mercantilistas el salario por el trabajo y los beneficios desprendidos de este no eran objeto de gran preocupación, al trabajador se le pagaba arbitrariamente, sin tener en cuenta sus necesidades o preocupaciones, los mercantilistas procuraban tener personas necesitadas que hicieran el trabajo a un bajo costo, esto queda bastante claro con la frase de Bernard Mandeville: “En una nación libre donde no se permite la esclavitud, la riqueza más segura consiste en una multitud de pobres laboriosos”[4].

Los mercantilistas veían en la tecnificación o especialización del trabajo un beneficio para la producción, tal y como Adam Smith lo propuso en su teoría sobre el trabajo. Colbert fue partidario de la tecnificación pero sus políticas de monopolios a menudo no dejaban implementar nuevas tendencias laborales y la especialización a menudo se veía estancada. Pero los franceses tenían claro que la producción era mucho más eficiente dividiendo los procesos y por esto implementaron una política para atraer obreros, artesanos y otros trabajadores especializados de algunas partes Europa, para así promover nuevas industrias o para mejorar los tiempos de producción en ciertas ramas de una industria. Las tácticas que Colbert usó no se limitaban a persuadir a los trabajadores con incentivos monetarios, algunas veces recurrió al secuestro[5] para solucionar con rapidez la necesidad de una nueva mano de obra. Así el colbertismo también se valía de robar e importar mano de obra de otras naciones para potenciar la producción y la calidad de los bienes en Francia.

En el período de 1661 a 1683 la estructura del trabajo especializado consistió en nacionalizar las fuentes de tecnificación e “importar” mano de obra especializada a Francia bajo cualquier método.

BIBLIOGRAFÍA

· Murray n. Rothbard – Historia del Pensamiento Económico., Volumen I: “Pensamiento Económico Hasta Adam Smith”.

· François Marie Arouet “Voltaire” – El Siglo de Luis XIV., Tomo II. Capítulo XXX: “Hacienda y Reglamentos”.

· André Ribard – Francia: “La Historia de un Pueblo”. Cronos.

· Pierre Goubert – Historia de Francia. Critica.

REFERENCIAS

[1] Murray n. Rothbard – Historia del Pensamiento Económico., Volumen I: “Pensamiento Económico Hasta Adam Smith”. Pág. 282
[2] También hay que aclarar que la guerra entre Francia y Holanda no se dio únicamente por la presión de Colbert y sus posiciones frente a Holanda, Luis XIV tenía otros motivos.
[3] Pierre Goubert - Historia de Francia, “Las grandes estaciones del gran reinado”. Pág. 136.
[4] Bernard Madeville - Fable of the Bees: or, Private Vices, Public Benefits (La fábula de las abejas: o, vicios privados, beneficios públicos).
[5] Colbert recurrió a este método cuando quiso junto con Luis XIV construir una armada parecida a la holandesa, los primeros barcos en donde no se usó mano de obra “importada” no alcanzaron a cumplir los altos estándares de calidad exigidos por Colbert.

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INVESTIGACIÓN SOBRE LA PARTICIPACIÓN Y LA CULTURA POLÍTICA EN COLOMBIA

Escrito por: Juliana Toro Restrepo y Carlos Alberto Arango Schütz
Para:
http://calicolumna.blogspot.com/ y http://noticias.radio3hp.com/

El contexto político y social de la participación en Colombia

a. La exclusión económica y social: la pobreza es un factor importante en la participación ciudadana puesto que ésta determina las jerarquías de las preocupaciones de los individuos, así mismo da contenido y otorga sentido a la vinculación de las personas en procesos de participación.

En Colombia la participación ciudadana se ha desarrollado en condiciones de creciente desigualdad social: los procesos de modernización produjeron rupturas con filosofías tradicionales de vida así como importantes avances en materia social y económica, esto último llevó a que se ampliara la brecha social, en otras palabras ocasionó que se aumentara la exclusión y la polarización –la profunda inequidad -. Lo anterior ha conducido al impedimento para potencializar las habilidades y capacidades de los colombianos para el enriquecimiento de la vida, para construir un verdadero sentido de pertenencia y de cooperación, así como la construcción participativa a través de instituciones democráticas.

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b. El sistema político y la cultura política: la política en Colombia funciona en dos instancias separadas, la primera corresponde a la representación –las instituciones formales- que no logran regular la conflictividad real y la segunda es la instancia del conflicto –actúa en el campo de las relaciones sociales- que es inagotable puesto que se reproduce material y simbólicamente creando una intricada red social.

La representación, incapaz de penetrar las relaciones conflictivas y convertirlas en materia política se ha convertido en una mera práctica instrumental a través de la que se hace una captación popular mediante redes clientelistas, que buscan satisfacer intereses particulares y no la definición de metas guiadas por el interés común; los representantes han terminado por representarse a sí mismos y han abandonado a la sociedad, produciendo una falta de participación de esta última con respecto a lo público.

Los ciudadanos establecen una doble relación con la política, por un lado el apego a las formalidades de la democracia, y por el otro, la insatisfacción creciente con un sistema político que no enfrenta con éxito el conflicto armado y que no puede garantizar la satisfacción de sus necesidades a través de los canales que la propia democracia ha creado para hacer realidad la figura del Estado social de derecho –las políticas públicas, la planificación, la gestión pública y la participación ciudadana-.

La sociedad cada vez más excluida de los círculos de poder y desprovista de la posibilidad de ejercer su participación ciudadana busca la resolución de los problemas a través de prácticas clientelistas. Esta no es sólo una relación de transacción –beneficios a cambio de votos- sino que se convierte en una forma de cosmovisión y de cómo se interpreta la relación entre el Estado y el ciudadano. La intermediación del clientelismo crea entonces una dependencia del mismo, los ciudadanos participan en lo público si obtienen algún beneficio particular; por su parte los intermediarios políticos atienden intereses particulares con el propósito de mantener y tomar ventaja del monopolio del poder; lo que crea una cultura política paternalista y dependiente de las prácticas clientelistas.

c. La violencia y el conflicto armado: El conflicto armado se ha desenvuelto históricamente como una confrontación entre diferentes grupos insurgentes y el Estado, en torno a definiciones sociales, económicas y políticas.

Cada vez se aprecia con mayor nitidez la estrecha relación entre la participación ciudadana con la violencia y el conflicto armado. Varios programas puestos en marcha por el gobierno nacional –el plan nacional de rehabilitación, por ejemplo - han otorgado un lugar privilegiado a la participación ciudadana como un instrumento importante para reducir las tasas de violencia del conflicto armado; sin embargo el desarrollo de estos programas ha afectado profundamente la vida local, convirtiéndola en escenario del conflicto y como consecuencia ha transformado la vida política local, lo que ha generado que la participación ciudadana se vea afectada por esta situación.

El conflicto armado se constituye en un escenario global de los procesos participativos; cada vez la participación se afecta en forma más directa. El conflicto se desarrolla en torno al poder político. Toda la población incluyendo dirigentes y líderes políticos, se ha visto envuelta y afectada por el conflicto armado de nuestro país, esta situación ha estigmatizado a algunos sectores de la población como colabores de alguno de los “dos bandos” lo que también ha provocado que la división del país se haga cada vez más grande – entre los que apoyan al Estado ó los que están con los grupos insurgentes- ; los líderes políticos en algunas zonas han tenido que hacerse invisibles y prácticamente no ejercer el poder que el pueblo les confirió, así como otros han recurrido a la corrupción y a las alianzas con los frentes insurgentes que hay en el país.
La violencia se ha constituido entonces como un obstáculo para la participación, pero sobre todo ha impedido el surgimiento de nuevos liderazgos, además ha contribuido a la fragmentación de la vida social y a que cada quien opte por ocuparse únicamente de sus asuntos y evitar hacer cualquier cosa que pueda comprometerlo.

Protagonistas de la participación ciudadana.

El análisis de los agentes que participan en Colombia puede hacerse desde dos perspectivas: la primera, sobre los que optan por la participación mediante los mecanismos institucionales y la representación ciudadana que se da a través del voto popular; y la segunda sobre los que ejercen la participación directa; en otras palabras, los ciudadanos que intervienen directamente en los escenarios públicos para informarse, opinar, presentar iniciativas, calificar la gestión pública o tomar decisiones.

La participación ciudadana ha convocado diversos sectores sociales: líderes comunitarios, representantes de organizaciones sociales, miembros de juntas de acción comunal, sindicatos y organizaciones no gubernamentales, representantes de la academia y de grupos empresariales así como grupos específicos de la población -mujeres, discapacitados y minorías éticas-.

Viejos y nuevos liderazgos.

La mayor parte de las instancias formales de participación, así como las informales operan con base en mecanismos de representación social, en otras palabras mediante la designación de una o más personas en calidad de representantes de intereses específicos ligados a identidades sociales, territoriales y políticas.

En Colombia, desde finales de la década de los 50 el liderazgo tradicional lo han llevado las juntas de acción comunal, que fueron concebidas por el Estado como organizaciones sociales dedicadas a trabajar por el bienestar de la comunidad.

Desde la década de los 80 tanto en Colombia como en otros países de Sudamérica la participación en el ámbito político tomó un giro, sobre todo en el sector rural. En Colombia las poblaciones de campesinos comenzaron a sentir con más fuerza los embates de la guerra y el conflicto político colombiano, por eso decidieron conformar agrupaciones que se dedicaran a promover medios para desarrollar una cultura socio-política dirigida a la reconciliación y a la integración de las distintas comunidades arrasadas por los diversos participantes del conflicto armado. Como ejemplo tenemos el caso del “Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio”, en donde se ha optado por construir nación a través de la reconciliación entre los miembros de las diversas comunidades de este territorio. Actualmente el programa es dirigido y apoyado por diversas organizaciones no gubernamentales que se dedican a motivar a la población para que subsane los problemas que tienen debido a la ausencia del Estado.

Estos nuevos mecanismos han sido una revolución en las formas y prácticas de participación, han roto con las matrices hegemónicas dominantes en la política y han logrado abrirse un gran trecho a través de programas que le apuntan a la reconciliación nacional.

De esta forma los nuevos movimientos sociales le apuntan a una matriz contra-hegemónica que actualmente se constituye de tres factores cruciales que buscan la conformación de una verdadera cultura incluyente dentro de la política: 1) Un rescate de la identidad y de la vida cotidiana, 2) un enfoque en la participación social, 3) y una generación de cultura democrática. Estos tres mecanismos buscan que el individuo que participa pueda recuperar su identidad como un miembro activo de una comunidad que se pone metas de carácter social y político; también se enfocan en generar una participación sin representación individual, dentro de estos mecanismos, la participación se hace de forma colectiva; y además buscan que impere una cultura democrática donde el individuo represente a la comunidad y viceversa.

En Colombia han existido muchos mecanismos de participación y de liderazgo promovidos por el estado o por instituciones no gubernamentales, pero nunca en la historia de país las organizaciones rurales habían cobrado tanta fuerza en el ámbito político como actualmente lo han hecho.[1]

Cultura Política.

Gabriel Almond elaboro en la década de los 90 elaboró un concepto relacionado con la cultura política, en el expone cuatro dimensiones relacionadas a ella:

“En primer lugar consiste en un haz de orientaciones políticas de una comunidad nacional o subnacional; en segundo lugar, tiene componentes cognitivos, afectivos y evaluativos, que incluyen conocimientos y creencias sobre la realidad política, los sentimientos políticos y los compromisos con valores políticos, en tercer lugar, el contenido de la cultura política es el resultado de la socialización primaria, de la educación, de la exposición a los medios y de las experiencias adultas de las actuaciones gubernamentales, sociales y económicas; y en cuarto lugar, la cultura política afecta la actuación gubernamental y a la estructura política, condicionándolas, aunque no determinándolas, porque su relación causal fluye en ambas direcciones.”[2]

La participación como expresión de la cultura política nos demuestra que esta es una forma de pensar, actuar y convivir en contexto ya que enuncia las construcciones sociales que se han hecho a partir del colectivo; configura la forma de participar en los contextos y abre la posibilidad para la aparición de nuevas ideologías, formas de expresión y de desarrollo cultural y social.
La sociedad se constituye en últimas como la materialización de la cultura política, es decir que es a través de ella como se configura la forma de vida de las personas, las instituciones que funcionan dentro del ámbito estatal y la forma de gobierno que rige a un país.

En Colombia es necesario que la cultura política se replantee, ya sea mediante la participación contra-hegemónica aquí descrita o mediante otro tipo de instrumentos que le devuelvan al individuo y a las diversas comunidades la fe en sus instituciones y en el desarrollo de una verdadera política de integración social. Consideramos como apunte final que la verdadera paz se construye a través de la elaboración de una cultura política basada en la integración de los diversos pensamientos que permita la regeneración del tejido social del país y el normal funcionamiento de la política.

Bibliografía:

· Fabio Velásquez C, Esperanza González R., ¿Qué ha pasado con la participación ciudadana en Colombia?, Fundación Corona en una colaboración con Fundación Social, Foro Nacional por Colombia, Banco Mundial, CIDER – Universidad de los Andes. Corporación Región, Viva la Ciudadanía y Transparencia por Colombia
· Martha Cecilia Herrera, Alexis V. Pinilla Díaz, Raúl Infante Acevedo, Carlos J. Díaz Soler. La construcción de cultura política en Colombia: “proyectos hegemónicos y resistencias culturales”., Universidad Pedagógica Nacional.
· Francisco Llera., Enfoques en el estudio de la cultura política.
· Gianfranco Pasquino y Stefano Bortolini, Manual de Ciencia Política: “Participación política, grupos y movimientos”., Madrid, Editorial Alianza.
· Martín Hoppenhayn, Ponencia: “La Participación y sus Motivos”., Enero de 2000.
· Padre Francisco de Roux, S.J. Universitas Xaveriana, “Colombia es un Proyecto Viable”., Agosto de 2002.

[1] Véase el caso de la Minga Indígena de 2008, la huelga de los corteros de caña, los programas de desarrollo rurales liderados por los mimos pobladores - como el cado del “programa de desarrollo y paz del Magdalena-Medio” – ó el caso de los campesinos del Carare.
[2] Citado por Francisco Llera, “Enfoques en el estudio de la cultura política”, Op. Cit ., Pág. 59.


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