LA DE-GENERACIÓN (LOS JÓVENES DESPATRIADOS)

Escrito por: Carlos Alberto Arango Schütz
Para: http://calicolumna.blogspot.com/ y
http://noticias.radio3hp.com/

En nuestro país se está desatando un fenómeno delictivo muy grande, los niños y jóvenes de todos los estratos socioeconómicos, se están organizando en grupos que se dedican básicamente a amedrentar, robar y extorsionar.

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Esta nueva generación de infantes está acabando con la tranquilidad de los colombianos, estos niños han hecho que las personas no conciban caminar por los barrios de su ciudad e incluso eviten frecuentar centros comerciales donde estos mini-delincuentes se reúnen a consumir sustancias psicoactivas y a planear los ataques a la población civil, a la integridad de las ciudades y a las otras pandillas que frecuentan “sus territorios”.


Lo grave del tema no es simplemente la contaminación visual y sonora que genera la simbología distorsionada y el pésimo léxico que manejan estos jóvenes despatriados; tampoco es el incremento de los índices delictivos por parte de los menores en las ciudades; el verdadero problema radica en la degeneración social que habita en Colombia. Lastimosamente a todos nos corresponde aceptar que la mayoría de la gente joven de este país sufre de una tendencia a copiar los nuevos movimientos de la superficialidad occidental que a lo largo de la historia la han dejado inmersa en la cultura del narcotráfico, de la delincuencia y de los movimientos que se escudan bajo el nombre de culturales para pervertir la conciencia colectiva.

Hoy todos debemos plantear y elaborar metas conjuntas para refundar los principios familiares y los métodos como se creían y educan los niños y jóvenes colombianos. Los padres de familia y la sociedad adulta en general deben entender que los jóvenes hoy más que hijos de Colombia son hijos del conflicto y de la guerra. El pan de cada día de la televisión, el colegio, la universidad, la casa, el trabajo y la calle es el terrorismo que va de la mano con la incertidumbre de si hoy seremos víctimas de algún suceso cruento y violento. Esta rutina del terror producida por la triste realidad nacional nos ha dividido en tres grandes grupos de individuos dentro del marco del conflicto, los pasivos e indiferentes, los impotentes y los participantes del mismo.

Lamentablemente para todos los colombianos los jóvenes se están enlistando en el tercer grupo junto con los actores de la descomposición sociocultural y del conflicto colombiano (Gobierno, FARC, ELN, etc). El mismo presidente Uribe ha reconocido que varias generaciones en Colombia no conocen lo que es vivir en Paz y sin temor; hace mucho que a todos los colombianos se nos olvidó como se vive y se goza la patria. En nuestra mente se quebraron las ideas de justicia, amor y hermandad.

El conflicto ha convertido a muchos jóvenes desde hace varias generaciones en participantes del mismo, a muchos no se les reconocen sus derechos y muchos otros no reconocen sus deberes como ciudadanos e hijos. Estamos parados enfrente de una generación que parece más una De-Generación debido a su descomposición. En Colombia se vive una rutina del conflicto que cada día nos acerca más al fracaso en la construcción de patria y nación.

El individuo que decide optar por el camino de la delincuencia o la subversión violenta como muchos de nuestros jóvenes, son personas que han perdido la esperanza en el cambio, que han deshecho sus ilusiones y las han embarcado en un largo viaje al olvido junto con sus ideales. La movilización delictiva trae consigo la apropiación o la imposición de una ideología absoluta por parte del individuo u otros que lo inducen a concebir el mundo y la realidad desde un único punto de vista posible. Una ideología única y absoluta trae consigo una “miopía” ante la realidad, la cual genera una dificultad para ver a lo lejos las ideas de las cuales el individuo se puede servir para retroalimentar su postura ante determinadas situaciones de su vida social y personal.

Los jóvenes colombianos no sólo se enfrentan a unas ideologías absolutas, también se encuentran en un proceso de expropiación de identidad nacional por parte de las posturas rígidas de la guerra, la situación nacional y un mundo globalizado en donde hay cabida para cualquier forma de De-Generación.

Las posturas rígidas y absolutas de la guerra sumadas a la situación socioeconómica del país, han dando como resultado la pérdida del sentimiento patrio y han transformado a los dueños del futuro de esta patria (los jóvenes) en extranjeros en su propia tierra. Los colombianos no nos estamos reconociendo como compatriotas, nos vemos como enemigos o acérrimos contrincantes debido a la injusticia social, la diferencia tan abismal entre las clases socioeconómicas y la “miopía” que sufren nuestros representantes políticos para vislumbrar un país que agrupe en el ámbito de lo político, lo social y lo cultural otras formas de pensamiento y desarrollo.

Es posible que el proceso de expropiación de la identidad nacional se haya gestado desde hace varias generaciones atrás, propiciado por las condiciones históricas y por algunos factores como el nacimiento de los grupos insurgentes (EPL, FARC, ELN, M-19, Narcotráfico, etc); la toma y la retoma del palacio de justicia; el nacimiento de los carteles del narcotráfico con Pablo Escobar, “el mexicano” Rodríguez Gacha y los hermanos Rodríguez Orejuela; la persecución de muchos civiles inocentes a sangre fría por parte del bloque de búsqueda y los paramilitares; los asesinatos de líderes políticos como Luis Carlos Galán; la famosa zona de distención del gobierno Pastrana; y muchos otros factores que han deteriorado la estabilidad, la integridad y la seguridad del endeble tejido social de nuestro país.

Debido a todos estos factores nacionales que hacen alegoría a las pésimas condiciones sociales de donde ha “evolucionado” nuestro Estado-Nación Colombiano, es que muchos padres han transmitido a sus hijos y estos a sus vez a los suyos, la idea de la Colombia sin futuro, en donde antes de ser desplazados y aplastados por la injusticia y la maldad que reina en nuestro país es mejor auto exiliarse, ya sea en otro país o en una burbuja ideológica que conciba otra identidad nacional. Esta herencia que recibieron los jóvenes de la actualidad, es el producto de la “hipermetropía” de las otras generaciones que no pudieron ver de cerca el país y proponerse metas reales para transformar la situación nacional de su entonces que ha degenerado en la guerra que muchos no reconocen pero que todos vivimos a diario. Esta enfermedad de la vista al parecer se ha transmitido por herencia y ha dejado a la gran mayoría de colombianos padeciendo de ella.

La “miopía” de nuestros supuestos representantes y la “hipermetropía” que sufren muchos colombianos, han conducido a nuestro país a no asumir una postura clara ante sus intereses, nos han impedido obtener un lugar competente en el plano internacional y han dejado a un país entero sumido ante la manipulación del estado del norte que nos ha “apadrinado” bajo sus belicosas políticas. Estas enfermedades de la vista que nos dificultan ver a lo lejos y a lo cerca han degenerado en una “ceguera” permanente ante un mundo que demanda lucidez. Esta “ceguera” nos ha tornado incapaces para responder por una juventud que día a día es más hábil para copiar las diferentes posturas que se le trasmitan.

Todas estas situaciones están conduciendo a la gente joven de Colombia a responder a una serie de estímulos externos con los cuales se han identificado para obtener todo lo que les ayude a resanar esa ausencia de identidad.

El fenómeno de la globalización y la alta tecnología de las comunicaciones que maneja la sociedad mundial hoy en día, se ha transformado en un medio de difusión de los distintos estereotipos que otros países como Puerto Rico y Estados Unidos, le proyectan al mundo y que nuestros niños absorben con una facilidad increíble. Al estar los niños y jóvenes tan expuestos a estas influencias culturales externas y al no proteger la integridad de nuestra cultura hemos perdido la capacidad de contrarrestar esta “invasión” alienante y por tanto hemos dejado a toda una sociedad joven ante las influencias directas de la violencia televisiva, la pornografía, los perversos movimientos que se escudan bajo la nobleza de la música y ante muchas otras apologías al desorden, la degeneración social y la violencia.

Estas condiciones sociales, políticas y económicas del país sumadas a las influencias externas de un mundo globalizado han dado como resultado la receta perfecta para gestar e incrementar el desapego a la patria que aquí le he llamado ausencia de identidad nacional. Lamentablemente para todos los soñadores nacionalistas y las futuras generaciones todos los colombianos bebemos a diario de la receta para la expropiación de la identidad nacional.

Este proceso de expropiación que enuncio a grandes rasgos, es el que ha propiciado el desprendimiento de la mente de los jóvenes los conceptos de autoridad, respeto y tolerancia. Los padres se han vuelto incapaces de controlar a sus hijos y la autoridad estatal se ha servido de unas leyes que no sirven para tratar el problema juvenil en Colombia. Como lo decía antes, ha llegado la hora de que los padres, el estado, nuestros representantes y cada uno de nosotros asumamos en el ámbito individual y colectivo la responsabilidad de plantear, ejecutar y cumplir unos objetivos que sirvan para contener y progresivamente curar el desapego por la patria y a la juventud que por culpa de otras generaciones hoy se encuentra descarriada y de- generada.

Los objetivos y metas deben estar enmarcados en una educación adecuada y garantizada para toda la población y en unas políticas estatales que deben empezar a garantizar de una forma adecuada los recursos que todos los colombianos necesitamos para llevar una vida digna y justa. Una vez garantizadas la educación y las políticas justas, se podrá proceder a resembrar la semilla del amor por la Patria y el respeto a la autoridad familiar y estatal por parte de los individuos que hoy se sienten despatriados y aislados.

Siempre que la actual situación socioeconómica y la carencia de una justicia justa sigan vigentes en la sociedad Colombiana, los jóvenes no van a sentir una obligación verídica con esta patria y lamentablemente el proceso de pérdida de identidad nacional se va a seguir prolongando e intensificando. Hoy debido a todas estas circunstancias descritas, el futuro de esta patria que descansa en las manos de nuestra juventud está en la calle entre las pandillas, en la selva empuñando un arma, está en el joven que prefiere salir del país a buscar un aparente mejor futuro y en la mente corrupta de un joven que prefiere la salida fácil, mediocre e irresponsable a las diversas situaciones que acontecen en su vida.



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OPINIONES SOBRE ESTE ARTÍCULO

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1 Opinión to "LA DE-GENERACIÓN (LOS JÓVENES DESPATRIADOS)"

Anónimo dijo... 5 de noviembre de 2008, 7:03

kiubo mono soy inti como va bueno me parece muy bacano lo que estan haciendo le deseo mucha suerte
todo bien seguimos hablando suerte

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