DEMOCRACIA EN CRISIS Y DEMAGOGIA EN AUGE

Escrito por: Carlos Alberto Arango Schütz
Para: http://calicolumna.blogspot.com/


En la actualidad Latinoamérica comparte el nefasto destino que otras naciones de África y Asia han vivido desde la institución de la democracia como la forma de gobierno estándar. En estos continentes se han constituido democracias que dan espacio para el autoritarismo y la demagogia, democracias que han logrado destruir marcos legales para lograr aspiraciones y satisfacer intereses individuales que no se compaginan con los intereses nacionales, ni mucho menos, con la voluntad general de aquellos pueblos que se han dejado llevar a un extremo de ignorancia que les impide sacudirse el yugo de aquellos que se han llamado salvadores y ahora no son más que victimarios promotores de políticas anti-democráticas y criminales.

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Colombia no es la excepción a la regla, desde los tiempos de la independencia se han querido instituir gobiernos vitalicios, totalitarios, autoritarios y paternalistas. En la madrugada del miércoles dos de septiembre de 2009, se aprobó satisfactoriamente en la cámara de representantes el referéndum que abre las puertas a la perpetuación en el poder, a la demagogia y al terror de sumarnos a la lista de países sin libertad política y derecho a ejercer una verdadera autodeterminación nacional.

Este fenómeno reeleccionista no se ha dado únicamente en nuestro país, en Venezuela Chávez ha logrado modificar la constitución para prolongar la disque “revolución socialista del siglo XXI”, en Ecuador Rafael Correa logró la presidencia por segunda vez y en muchos otros países de nuestro vecindario se ha venido dando este suceso, en el cual la izquierda y la derecha giran en rededor de dos objetivo, el fomento del caudillismo y la implementación de una fachada democrática para un autoritarismo y despotismo por parte del jefe de Estado de turno.

Este fenómeno ha cerrado las puertas a la verdadera Democracia representativa, en la cual los diversos partidos y corporaciones políticas representan la voz del pueblo y se cumple a cabalidad la máxima “vox populi, vox dei” (la voz del pueblo es la voz de Dios). Además el fomento de estas políticas que permiten el autoritarismo y la perpetuación del poder han desmembrado aquella frase que dice: “La democracia es el arte de contar cabezas en vez de cortarlas”. La democracia en estos países, ha dejado de ser el instrumento del pueblo para gobernarse y se ha configurado como el mecanismo predilecto de aquellos demagogos que se han aprovechado de la ignorancia y la falta de educación del pueblo, para instaurar regímenes que desglosan y transforman los mecanismos democráticos a beneficio de ellos mismos u otros detentores del poder.

Durante todo el proceso del referéndum para promover la reelección del presidente de la República Álvaro Uribe Vélez, se destruyó el proceso legal y se transformó la ley en un asunto que se podía moldear de acuerdo a los intereses de este gobierno corrupto y fanático de la compra de votos mediante la asignación de puestos en embajadas y de puestos notariales.

En todo este procedimiento ilegal llevado a cabo en el congreso se dejó ver un suceso muy familiar que nunca se ha erradicado de la política nacional, los representantes del pueblo colombiano que ha sufrido los falsos positivos, la crisis diplomática de Colombia, la conformación de una política de seguridad democrática que no asegura sino que violenta autoritariamente la seguridad social del país y la conformación de un gobierno basado en la censura de la realidad; actuaron conforme los interés privados de aquellos que compraron su poder como representantes para hacer la diferencia. El clientelismo no ha sido superado por nuestro país y probablemente como en todas las demás naciones que comparten esta democracia clientelar nunca será erradicado.

El clientelismo, las alianzas oscuras de los supuestos representantes de la voz del pueblo, la corrupción de este Estado y la ignorancia del pueblo en materia de política le han abierto la puerta a la aceptación de los discursos de un presidente como Álvaro Uribe, quien habla de seguridad democrática como la opción al conflicto y la inversión extranjera como la solución a todos nuestros problemas económicos y de atraso tecnológico; estas son dos opciones que constituyen sus dos únicos lineamientos políticos y los cuales le han abierto las puertas a la posibilidad de implementar cada vez con mayor intensidad la demagogia como elemento constitutivo y absoluto en todos sus discursos.

Las figuras paternalistas que encarnan personajes como Uribe, Correa o Chávez han constituido un freno para la implementación de una verdadera conciencia en la población, las políticas constituidas bajo el concepto de que los individuos del pueblo son hijos que no tienen la suficiente visión para decidir su futuro, ha llevado a la promoción de referéndums que cierran la puerta a la democracia e instauran un autoritarismo absoluto sobre aquel pueblo que debe ser gobernado “con mano dura y puño cerrado”.

De esta forma bajo la obtusa línea del absolutismo y la divina imagen de aquellos que alguna vez se auto denominaron mesías de sus patrias, se pierde la libertad y los pueblos se alistan para el yugo del autoritarismo totalitario, legitimado por un orden democrático, que ha favorecido a mayor escala a los detentores del poder que a aquellos pueblos que día a día sufren bajo las políticas que destruyen la identidad social y nacional.

A modo de conclusión, la democracia en Latinoamérica está lejos de corresponderse con la idea general de la democracia, el caudillismo y la demagogia han sido y muy seguramente seguirán siendo los instrumentos predilectos de aquellos detentores del poder, que usan esta fachada dado que por presión internacional es necesaria para el mantenimiento de las relaciones comerciales y el enriquecimiento de la clase gobernante y oligarca.

El referéndum es la prueba fehaciente que la democracia representativa está al servicio de aquel que maneje los hilos del poder político nacional. Esta iniciativa de ser apoyada y secundada por el pueblo demostrará que la demagogia es el medio que gobierna y que puede lograr el mayor apoyo para un gobierno criminal que violan el DIH, los DD-HH, que cede la soberanía al mejor postor y practica una diplomacia que ha dejado al país como la cenicienta de Latinoamérica.

La perpetuación en el poder es una cuestión grave para la implementación de una verdadera identidad nacional y la construcción de una democracia representativa que fomente la participación política y la cultura política. La implementación de períodos presidenciales cortos sin oportunidad a reelección, siempre fue hasta hoy en día, la reserva para impedir el surgimiento de regímenes autoritarios que se escondan bajo el telón democrático.

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¿CHAVISMO EN EL POLO?

Escrito por: Jordi Said Ayala Torres
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Hace unos días el presidente de la republica bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, dejó entredicho que hay más que una relación de apoyo de ideales al Polo Democrático Alternativo (PDA), reconociendo como “partido homologo” y haciendo alusión al PDA como un “camino para que el chavismo llegue a Colombia”.

Estas declaraciones produjeron una evidente división entre los miembros del partido, en el cual la estabilidad pende de un hilo desde hace mucho tiempo. Uno de los primeros en referirse al tema fue el precandidato presidencial Gustavo Petro, afirmando que “sí alguien en el polo quiere convertir el partido en instrumento de un poder extranjero, esta orinando fuera del tiesto” y aseguro, que de ganar la consulta interna del polo, el curso del partido entero cambiaria.

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Lo que se llegó a pensar como un apoyo importante para el PDA en un momento, ahora es uno de los más grandes dilemas a los que se han enfrentado los miembros del polo, no se sabe si un declarado apoyo por parte del presidente Chávez sea una ventaja o el más grande de los pecados. En este momento no sólo está en juego la confianza depositada por parte del país entero en los candidatos que se disputaran la presidencia en la consulta interna, sino también la inestable credibilidad del partido dentro de la política del país.

Es obvio que la reacción de los colombianos y de los miembros de los diferentes partidos frente a este “acontecimiento” será muy desalentadora para el PDA, ya que el presidente Chávez no tiene la popularidad que desearía tener. Es muy distinto si Chávez o Correa afirman su simpatía con el PDA, que si lo hacen los presidentes Alan García o Lula.

En otras declaraciones el presidente del PDA, Jaime Dussán, afirmó que: el polo democrático alternativo comparte algunos puntos con el presidente Chávez, como el rechazo a las bases militares norteamericanas en Colombia y la lucha por la democracia en el país. Pero me pregunto, ¿hasta que punto se lucha por la democracia en la hermana república bolivariana de Venezuela?, hasta donde tengo entendido en nuestro país vecino se han cerrado numerosas emisoras, se persiguen canales de televisión y las empresas son víctimas de privatización por parte del gobierno.

La verdad, la sola idea de permitir que el gobierno del presidente Chávez se introduzca en la política del país, sería el más grande insulto a la democracia colombiana, ya que deja claro la ineficiencia de la política que se puede ejercer dentro del país. “No podemos permitir que un país venga a hacer política en Colombia” Aseguró el pre-candidato presidencial Andrés Felipe Arias y en esto estoy totalmente de acuerdo, aunque sienta escalofríos. Sería impensable seguir permitiendo que se introduzcan políticas ajenas al país, como se ha hecho desde que se fundó el Estado colombiano.

El PDA debe empezar a idear como va a salir de esta crisis en la que se metió, no de forma voluntaria, ya que todo el partido no colaboró para convertirse en un “camino para el chavismo”; pero de la cual debe librarse, ya que los días van pasando, y las elecciones se acercan cada vez más. La forma perfecta para empezar a recobrar el prestigio perdido del PDA por este duro golpe, sería aceptar que se encuentra fraccionado y dividido por las ideologías de sus miembros y tomar medidas contra aquellos que dejan el nombre del PDA por el suelo.

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LA VIOLENCIA… ¿UN CICLO SIN FINAL?

Escrito por: Sara Estefanía Collazos
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Este periodo, visto como un proceso político nacional, resulta de un lado de la confrontación de las elites por imponer desde el Estado nacional un modelo de modernización conforme a sus ideologías ya fuesen liberales o conservadoras, y el otro, el sectarismo localista que ahogaba a todas las grandes regiones del país. En general se puede decir que la rivalidad partidista que se acentuó a principios de la década del sesenta fue la principal causa de este fenómeno predominantemente rural al cual denominamos Violencia.

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Aparentemente la oleada de violencia tiene sus raíces a partir del asesinato de Gaitán en abril de 1.948, suceso que generó una de las asonadas más destructivas, masivas y sangrientas de la historia, y que cobró la vida de miles de personas en todo el país; sin embargo mucho antes de lo que hoy conocemos como El Bogotazo, ya se habían suscitado enfrentamientos, en su mayoría entre liberales y conservadores, colocando a la nación de aquel tiempo en un contexto bipartidista y excluyente. La confrontación entre estas elites alcanzo el clímax en el segundo semestre de 1.949, su causa inmediata fue el ascenso del caudillo conservador Laureano Gómez, este hecho provoco de inmediato una gran resistencia liberal, que posteriormente se organizo en guerrillas, que no sólo hizo que el gobierno se proclamara en estado de sitio, sino que acentuó las luchas entre liberales y conservadores. La Violencia mirada desde esta perspectiva tiene su causa fundamental en el sectarismo bipartidista, y la continua rivalidad entre los paridos políticos tradicionales, y por quien se queda con la hegemonía del poder. Por otro lado, durante este periodo, las elites tuvieron gran influencia de la Guerra Fría, para redefinir el orden político basado en la familia patriarcal, la afiliación partidista y el catolicismo tradicional.

Durante este periodo, la violencia como mafia, basada en las rivalidades económicas también tuvo gran auge, sobre todo a partir de 1.954, las empresas criminales tenían objetivos económicos específicos, en un contexto caracterizado por la fuerte estratificación entro de grupos medios, la lejanía del Estado central, la omnipresencia y pugnacidad de las redes políticas locales y la fragilidad de los derechos de propiedad, que generaban conflictos principalmente por la tierra. Esta mafia, al igual que muchos tipos de conflicto que existen en la actualidad, era una violencia totalmente “legitimada”; ya que era vista como un negocio, en una mentalidad vigente hasta el día de hoy, donde “el fin justifica los medios”.

Una de las principales características de este periodo fue el surgimiento de diferentes guerrillas revolucionarias a mediados de los años sesenta, y que hasta hoy, ningún proceso de paz de los últimos gobiernos ha podido conciliar. Guerrillas que si bien en un principio nacieron con ideologías definidas de revolución socialista, para efectuar un cambio y así mejorar el país, conformadas por campesinos revolucionarios, estudiantes altruistas e intelectuales de izquierda, poco a poco se fueron transformando en grupos criminales al margen de la ley, caracterizados por su localismo y vandalismo, grupos que ya no busca el poder para llevar a cabo la revolución socialista, sino que se dedican al control clientelar de muchos gobiernos locales para así ampliar su control territorial, ya así la guerrilla de hoy en día se ha ido transformando en una próspera empresa militar de combatientes a sueldo, una vanguardia armada que perdió su mentalidad de cambio, y que para mantenerse utiliza recursos provenientes de el secuestro extorsivo, la extorsión y a la protección de cultivadores de drogas ilícitas que nacen de sus alianzas con poderosos narcotraficantes.

Estas guerrillas revolucionarias, entre las cuales se encuentran FARC, ELN, M-19 y el EPL, entre otras, junto a los grupos paramilitares, que hasta hoy siguen surgiendo, financiados por el narcotráfico, han sido los protagonistas de este “conflicto armado”, que lleva más de medio siglo azotando nuestro país, y que fue una de las principales consecuencias que dejo ese periodo de Violencia; estos grupos que surgieron como organizaciones guerrilleras cuyo fin especifico era transformar revolucionariamente el orden social y el Estado que lo protege, inspirados en ideas agraristas y comunistas, como también en la Revolución Cubana, se han ido degradando hasta llegar a lo que son hoy en día, un grupo que comete delitos de lesa humanidad, prácticamente terroristas, que si en un principio surgieron para el pueblo; hoy este mismo pueblo es su “carne de cañada”, para cometer sus atroces delitos. Hablando específicamente de las FARC, que son el grupo guerrillero que hasta pleno siglo XXI ha logrado mantenerse; es un grupo en muchos aspectos debilitado, no sólo ideológicamente, sino en cuanto a recursos físicos; y esto se debe en gran parte a la política de “seguridad democrática” del actual presidente Álvaro Uribe, que si bien le ha dado duros golpes a las FARC, no las logrará acabar hasta que asuma una verdadera política conciliadora, donde se lleguen a acuerdos que satisfagan a ambas partes, y así se pueda llevar a cabo el cambio que tanto se ha esperado.

Podemos analizar como a medida que pasa el tiempo, y con el transcurrir de cada gobierno, y sus fracasados procesos de paz mal fundamentados, se van adhiriendo más actores al conflicto, en búsqueda de sus propios intereses, utilizan cualquier medio, por atroz que sea, cualquier alianza para llevar a cabo sus fines, y es allí cuando se pierde el sentido de la política y la verdadera función de nuestros gobernantes, porque a veces pareciese que lo mismo que en su momento paso con las FARC, ahora pasara con la mayoría de los que conforman nuestro gabinete nacional; y una muestra de esto es el fenómeno de la para-política, esas alianzas entre nuestros legítimos gobernantes y paramilitares, esas campañas electorales de muchos gobernantes financiados por dineros provenientes del narcotráfico, tema que no es nuevo en nuestro país, pues sólo basta traer a colación el famoso proceso 8.000 que se le efectuó a Ernesto Samper Pizano, a quien se le juzgó de haber ganado las elecciones presidenciales, porque su campaña la había financiado dinero de los Rodríguez Orejuela. Y lo que tienen en común el gobierno de hoy en día con las FARC, es ésa misma perdida de ideología, donde no se está trabajando en pro de los ciudadanos, sino que se lleva a cabo alianzas ilegales, que contribuyan al cumplimiento de los intereses de unos pocos, y no de la gran mayoría como debería ser. En muchas otras ocasiones se recurre al clientelismo, o a la misma extorsión, para ganar las campañas electorales, poniendo en duda la verdadera legitimidad de nuestros gobernantes.

Al igual que sucedió con los grupos guerrilleros, los paramilitares son otro de los muchos actores que conforman el conflicto o La Violencia colombiana. Son un grupo que en un principio surgen al igual que las FARC, como una autodefensa en contra de las guerrillas de aquel tiempo, que busca legitimación; pero que con el pasar del tiempo, hicieron alianzas con el narcotráfico, y finalmente los grandes latifundistas fueron los que reorganizaron las Autodefensas, llevando a cabo exterminio de grupos y partidos políticos y cívicos, sindicatos, asociaciones campesinas, funcionarios públicos y periodistas; pretendían ser un modelo anticomunista en el plano nacional, y generar status político oponiéndose a todo tipo de iniciativas presidenciales; tejiendo al igual que hoy en día complicidades con organizaciones políticas, e incluso con políticos a nivel nacional.

Por lo anterior se puede deducir que el comportamiento y las acciones de los paramilitares no han cambiado mucho desde sus inicios; y que al igual que las guerrilla y la misma Fuerza Pública, y algunos políticos aunque en distinta proporción han sido responsables de asesinatos, masacres y desaparición de civiles; siendo este ultimo un tema controversial de la actualidad política y es el exterminio de civiles, por parte del mismo Ejercito Nacional para presentarlo luego como “positivos”, guerrilleros muertos en combate, ante sus altos mandos. Este fenómeno de los falsos “positivos”, es otra muestra de las nefastas consecuencias de este periodo de Violencia, que a veces pareciese no tener final.

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DEMOCRACIA CRÍTICA Y GOBIERNO CRÍPTICO

Escrito por: Luis Felipe Barrera Narváez
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Acaba de pasar, con marcha fuerte y sonora, el referendo reeleccionista en la conciliación del texto por parte del Senado. Mientras tanto, Fabio Valencia Cossio, ministro del interior y de justicia detona con una sonrisa placida, ante el deber cumplido, la euforia de todos aquellos que creen en un proyecto político para el país encarnado por Álvaro Uribe entronado en el Palacio de Nariño dirigiendo la guerra contra el terrorismo infernal de las FARC.

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El ministro del interior, manifiesta su conformidad por su labor y la del Congreso, como garante de “la participación del pueblo” a través del referendo que cuatro millones de compatriotas impulsaron. No cabe de la dicha. Pensaría cualquier provinciano desprevenido, que dicha iniciativa es tan sana para la institucionalidad del país que merece el apoyo incondicional del gobierno. Al fin y al cabo el discurso demagógico se legítima con la alusión al “pueblo” y a su decisión mayoritaria. Si es aplastante, mejor. Las leyes y la constitución no son más que meros juguetes que cuelgan del Estado, (que se quitan ó se ponen, se pintan ó destiñen, se ignoran y se desfiguran) para “operar al servicio de los ciudadanos”.

Pero aquí lo cierto es que, pese a que el gobierno perdió las directivas del Congreso para esta última legislatura, Valencia Cossio con su habilidad (me temo que más politiquera que política, empezando porque ya en Colombia la calidad de los debates en el Capitolio son de una bajeza similar a la de muchos foros de opinión en internet, en especial de los periódicos; y también porque el antecedente de las notarías de Yidis, Tedolindo y las declaraciones ante la justicia del ex superintendente de notariado y registro, Manuel Cuello Baute, siembran un antecedente fétido sobre la forma como el gobierno entiende las negociaciones con los parlamentarios. La prebenda antes que la transacción racional de explicaciones sobre la norma positiva) avanza un paso hacia la concreción de la iniciativa para que sea llevada a las urnas.

Aunque falta todavía la votación en Cámara y el visto bueno de la Corte constitucional, asombra que un proyecto tan controvertido, no sólo de fondo por su contenido que socava la constitución del 91, sino también de forma por las violaciones de los topes financieros, errores de párvulo en la redacción de la pregunta, transporte de firmas de una empresa adscrita a DMG entre otras pifias. Pero el referendo vive, y mientras viva, pone en un estado crítico a la democracia colombiana a la par que el gobierno opta por la retórica críptica que lo caracteriza.

Y todo esto, a las espaldas de un presidente que cree “inconveniente perpetuarse en el poder” pero que por salvar la patria se atreve a capotear con lo inconveniente y luchar, cual exorcista medieval, con las “encrucijadas en el alma”.

Todo esto, con el apoyo subterráneo del gobierno más frentero y despacha pleitos de la historia. El gobierno que le puso el pecho a las FARC y no da la cara por las interceptaciones del DAS. El mismo que aprueba sesiones extras en el Congreso a media noche para que pase el referendo. El mismo que negocia, a escondidas y sin explicarle al pueblo, acuerdos de meretricio militar con Estado Unidos. El mismo de las cortinas de humo que desaparecen escándalos en una tarde. El mismo del Estado de opinión que despedaza al Estado de Derecho, así como una especie animal desplaza a otra cuando evoluciona y se adapta mejor al ecosistema, aquí el nuevo espécimen es el caudillo patriotero que se desarrolla mejor en entorno autocrático y sin limitación en el ejercicio del poder y no un líder democrático que se someta a las normas preestablecidas por la carta magna y al ejercicio limitado del poder por sistema de pesos y contrapesos.

Mientras un sólo hombre amarre el poder a sus pies y toda una nación dependa de lo que este piense, diga y obre; mientras la sucesión en el gobierno esté sujeta a la voluntad del gobernante de turno y no a las propuestas de los nuevos candidatos que buscan oxigenar el sistema; mientras no se pueda legislar con otra luz por parte de los parlamentarios distinta a la que emiten los intereses del ejecutivo, mientras todo esto no se logre, no se puede sentir orgulloso de la salud de un sistema político que se reconoce como democrático, pero que opera como la más ignominiosa satrapía oriental o las monarquías del Medioevo.

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¡SE VENDE SOBERANÍA!

Escrito por: Jordi Said Ayala Torres
Editado Por: Carlos Alberto Arango Schütz
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Desde hace algún tiempo nuestras fuerzas armadas son consideradas una de las mejores en el ámbito mundial; sus efectivas operaciones en contra del narcotráfico y el terrorismo, sus casi invencibles comandos jungla, sus increíbles infiltraciones en los altos mandos de las FARC y sus inimaginables rescates al mejor estilo hollywoodense, les otorgaron el reconocimiento que hoy en día poseen.

Pero, me pregunto: ¿De qué sirve todo este reconocimiento, las inmensas inversiones por parte del Estado y la extenuante preparación a la que se someten nuestros héroes que luchan día a día en las profundidades de la selva, si se necesita ayuda extranjera para controlar el narcotráfico y la violencia?; ¿Por qué si contamos con las fuerzas militares mejor preparadas para el combate en la selva, tenemos que contar con el apoyo logístico de los Estados Unidos?, son preguntas que últimamente me he formulado desde que el presidente Álvaro Uribe Vélez decidió reforzar la presencia estadounidense en bases militares colombianas.

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El ejército colombiano es esencialmente una fuerza antiguerrilla, que cuenta con una amplia infantería ligera, una efectiva inteligencia, una amplia cobertura en telecomunicaciones y la mejor fuerza de helicópteros de toda Suramérica, ¿pero todo esto de que sirve si el presidente Uribe desprestigia la labor de nuestro ejército y regala nuestra soberanía al mejor postor?

En lo que va corrido del año las fuerzas militares colombianas han adelantado 12.783 misiones tácticas contra los diferentes grupos al margen de la ley; han sostenido 935 combates, en los cuales se han abatido 360 miembros de estos grupos, y en los que se han capturado 3.756; y se han localizado, desmantelado o destruido 1.622 campos minados y artefactos explosivos. En cuanto a la lucha contra el narcotráfico se han incautado 65.728 kilos de cocaína, se han destruido 762 laboratorios y se han realizado exitosamente 148 operaciones contra secuestro y extorsión.

Estas cifras -aunque son menores de las del año pasado- muestran la efectividad de nuestro ejército, al menos para mantener a los grupos ilegales a un nivel “aceptable” y “estable”, por así decirlo. Por más que me duela aceptarlo: “a Dios lo que es de Dios y a Uribe lo que es de Uribe”.

Seguramente mucha gente podría decir al respecto de este tema de las bases militares, que según las cifras conocidas sobre las bajas de nuestros militares (259 entre soldados y policías) estamos perdiendo la guerra, con relación al mismo periodo del año pasado y con base a esto defender la idea de que ¿por qué no eliminar a los grupos al margen de la ley de una vez por todas y, en el proceso, persuadir a los que nos atormentan con una inminente guerra, impulsando este proyecto del gobierno?

Creo que el apoyo internacional es suficiente actualmente y que además es provechoso para la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, aparte de ser un elemento de persuasión para prevenir un posible conflicto con nuestros vecinos. Sinceramente no creo que haya que importar soldados, sólo basta con reformar el modo en el que opera nuestra fuerza armada, ya que luego de siete tormentosos años de duros golpes militares, los grupos ilegales se han empezado a adaptar a la forma en la que se desarrollan las operaciones.

Si este reforzamiento de la cooperación internacional es tan importante, ¿acaso no los es también una fuerte inversión en la salud y la educación de los colombianos que eventualmente si proporcione una seguridad social, ó sea, una verdadera seguridad democrática?; ¿Por qué Uribe en vez de invertir su tiempo en regalar la soberanía de nuestro país, no se dedica a incrementar la presencia de los organismos del Estado para fortalecer el poder estatal y eventualmente construir una soberanía verdaderamente activa?; esta inversión en la guerra, estos acuerdos de cooperación internacional y esta fascinación con el conflicto no va a generar en últimas la paz, sino un circulo vicioso en torno a la guerra.

Al presidente Uribe firmar este acuerdo militar con los Estados Unidos, estaremos muchísimo más alejados de nuestros vecinos de lo que nos encontramos en este momento, y la posibilidad mejorar las relaciones internacionales estará cada día más lejos de poderse realizar. La historia nos ha mostrado que donde los militares estadounidenses hacen nido, se respira un aire de conflicto; ya sabemos lo que paso en nicaragua, y es obvio que aquellos “contratistas” y militares no vienen a cumplir ordenes sino a imponerlas. El interés principal de los Estados Unidos es recuperar la oportunidad estratégica en el continente, ellos no vienen a sembrar la semilla de la paz, vienen a construir una impunidad en torno a sus figuras y a quebrantar la poca soberanía que ostenta el Estado colombiano.

Entonces, ¿vale la pena aislarnos de nuestros vecinos del cono sur, sólo por satisfacer las necesidades de un tercero y rendirle culto a las relaciones con otro Estado que no vive nuestro conflicto? La experiencia nos enseña que la política es un juego de intereses, ¿qué será lo que en realidad le interesa al presidente Uribe, vender su patria o darnos paz?...En mi opinión, es muchísimo mas provechoso cultivar la relación con nuestros vecinos, que impulsar el imperialismo al que hemos sido sometidos durante ya dos siglos por parte de la principal potencia mundial.

El simple hecho de traer refuerzos estadounidenses es un riesgo que no deberíamos tomar; pero ¿que puede hacer uno frente a la ley divina de la seguridad democrática? sólo digo que nuestras fuerzas armadas han demostrado su eficiencia a la hora de combatir a los grupos armados y al narcotráfico, y que cada vez que sus tácticas mejoran su efectividad aumenta, ¿realmente necesitamos vender nuestra patria para obtener paz?

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¡HOY PRENDER EL TELEVISOR NO ES LO MISMO!: 10 AÑOS SIN OSADIA, CONCIENCIA NI VERDAD.

Escrito por: Carlos Alberto Arango Schütz
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Hoy encender la televisión no es lo mismo que hace diez años, falta la imagen de Heriberto de la calle, de Émerson de Francisco, el léxico de Néstor Elí, el “repostero” William Garra y Godofredo Cínico Caspa…Pero sobretodo falta Jaime.

Hoy se cumplen 10 años desde su muerte y en Cali-Columna decidimos hacer un pequeño pero sentido homenaje al multifacético Jaime Garzón, quien a pesar de todas las amenazas que le hicieron de muerte siguió informando de la cruda realidad política y social que nuestro país experimentaba en los años 90s, hasta que finalmente, el 13 de agosto de 1999 fue asesinado por un par de trogloditas quienes aparte de asesinar al hombre también acribillaron a la noticia y a la conciencia.

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Recuerdo que la primera vez que vi a Jaime Garzón estaba disfrazado del ex presidente Andrés Pastrana y durante su elaborada y fantástica imitación dejo impreso en mi mente su carisma ante lo increíblemente horroroso de la vida política de nuestro país de ese entonces. Hoy me pregunto: ¿si en Colombia existieran más personas como Jaime, quien dio su vida por la verdad y una causa justa, sería entonces la política y la realidad cruel de este país un poco distinta?...

Sin duda alguna el hueco que dejó Jaime en los medios de comunicación es imposible de llenar por cualquier otra figura de la televisión, él fue una de esas personas que sólo pueden llegar a existir una vez, su personalidad única y su capacidad para confrontar a sus entrevistados con la realidad de los hechos en Colombia era simplemente de un genio. Ningún otro periodista Colombiano ha logrado lo que Jaime hizo durante su carrera y su vida.

La noticia no es lo mismo sin Jaime Garzón, las “cosas políticas” y los programas de “opinión política” que se manejan en los principales canales de la televisión colombiana sirven como plataformas políticas y no como espacios de veracidad noticiosa y de libre opinión. La genialidad televisiva murió junto con Jaime Garzón, la noticia jamás fue vuelta a contar con la humorosa actuación de Jaime como Émerson ó William Garra.

Aunque por mi edad no pude disfrutar a Jaime como la necesidad de conciencia en Colombia lo demandaba, en mi vida al igual que en la de muchos colombianos de mi generación que aunque pocas veces vimos el noticiero “QAP”, se quedará plasmada la imagen de un hombre de la verdad y que dio su vida al igual que muchos otros compatriotas en los años 90s, por mantener un país puro y limpio de conciencia que pudiese brindarle a las nuevas generaciones una cultura de paz y no de conflicto.

Jaime es un uno en esa larga lista de personajes asesinados a manos de los que nos dejaron este futuro de guerra y de inconsciencia, quienes convirtieron a un pueblo fanático de la libertad, promotor de la séptima papeleta y de la verdad, en una masa que no define intereses y no hace sino seguir una rutina banal y de conflicto. Lo menos que podemos hacer por esas vidas perdidas de Jaime Garzón, Silvia Duzán, de los miembros de la UP y de los miles de colombianos desaparecidos hace más de una década, es continuar con su sendero para el cambio político en nuestro país, por eso la tarea individual es obtener esa conciencia de la realidad que en alguna parte de esta década se nos fue arrebatada y la cual también como pueblo hemos abandonado.

Y aunque en muchos noticieros hoy se diga que Jaime sigue vivo en nuestros corazones o alguna de esas frases celebres que en los noticieros saben decir muy bien, hay que decir también que su lucha no pudo haber sido en vano y que se debe seguir destapando y mostrando lo que lleva y trae nuestra realidad política.

Si hoy yo pudiera decirle algo a Jaime, le diría que como colombiano voy a seguir con su proyecto de generar nación a través de la conciencia y la verdad. Creo que Jaime vive cuando cada colombiano se esfuerza por saber con veracidad como ocurrieron los hechos políticos detrás de cualquier decisión de nuestro Estado, él vive cada vez que uno de nosotros deja ese estado de profunda sumisión en el que nuestro pueblo está inmerso constantemente.

El verdadero homenaje que se le debe a hacer a un luchador incansable de esta patria es el honor de no dejar perder lo que logro en vida.

ALGUNOS VIDEOS DE JAIME:

¿Y quien pensaría hace diez años que hoy por hoy Álvaro Uribe hubiese autorizado el uso de siete bases militares colombianas por parte de los estadounidenses?






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UNA APROXIMACION AL ESTADO DE OPINIÓN

Escrito por: Luis Felipe Barrera Narváez
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La vieja guardia de la política colombiana sigue conservando una extraña manía cuando se dirige a la ciudadanía, porque en el arsenal oratorio se pueden encontrar millares de términos etéreos, enrevesados, leguleyadas y casi siempre carentes de una definición mínima. El demagogo hace de la democracia su arma perfecta a la hora de legitimar sus actos y propuestas. “Vox populi, vox dei”. En sus términos, la democracia es la mera decisión del pueblo materializada en un voto.

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Uno de esos líderes que además, dicen que es pionero en sus formas para hacer política es Álvaro Uribe, lo sigue “Uribito”, el “pincher” como lo llama un columnista o mejor por su nombre, Andrés Felipe Arias. En el departamento del Valle lo sigue de cerca el gobernador Juan Carlos Abadía. Para ellos la mejor táctica digna de encomio a la hora de lidiar con la prensa y la opinión pública, es responder con evasivas o con estúpidas respuestas a preguntas nunca hechas. Si le preguntan al uno por la reelección, dice que no es conveniente para un presidente perpetuarse en el poder, pero su ministro del interior hace lo posible en el Congreso por perpetuarlo a él. Arias es un fenómeno de la política nacional. A falta de Uribe, está el clon, así como la oveja “Dolly”. A Juan Carlos Abadía le preguntan por la radio acerca del autobombo que se hace desde la gobernación a nombre propio con los recursos públicos, y el señor empieza a hacer un balance de su gestión y del futuro de los eventos taurinos.

Así, entre evasivas y palabras acicaladas, el Jefe de Estado colombiano ha dado a luz un concepto novedoso dentro de su doctrina política, un término poco explicado a sus compatriotas, pero que de hecho, en eso consiste. “El Estado de opinión es la fase superior al Estado de derecho” Esta ha sido la retahíla que el mandatario ha desperdigado a los oídos ignotos de la ciudadanía desde que se radicó el referendo para abrirle paso a una segunda reelección. El Estado de opinión como un estadio superior al Estado de derecho que ampara la constitución, es una consigna que esconde un interés demagógico y caudillista.

Para el presidente Álvaro Uribe, la opinión pública está restringida al voto mayoritario de los colombianos y según su veredicto, ese es el mandato irrevocable al que él, como representante e intérprete debe apelar incluso, vulnerando los mecanismos institucionales que el mismo pueblo ha creado para evitar el abuso de los dirigentes, es el caso de la no reelección para la Constituyente del 91.

La opinión pública en el uso discursivo del inquilino del Palacio de Nariño, no nace del debate y la argumentación dentro de los espacios protegidos por la ley, como lo sería el Congreso, la institucionalidad del país y los espacios de discusión democrática, sino de un barrido comprendido dentro de los sondeos de opinión y que son tomados por la verdadera opinión pública, cuando no son más que una fotografía dentro del espectro político que la ciudadanía ostenta y que puede obedecer a reacciones poco racionales, como lo sería la favorabilidad a un personaje determinado por el simple hecho de ser paisa, “verraco” o con cara de monaguillo.

Entender el Estado de opinión, es acercarse a los apetitos de un político por perpetuarse en el poder y desbaratar los cimientos democráticos de una nación entera, con la consigna más populista que pueda haber, “hablar directamente con el pueblo, es obtener la verdad pura, sin intermediarios, así lo recomiendan los científicos de la política”. De una vez declaro mí abierta indignación como estudiante de Ciencia política por la prostitución del conocimiento que hace el Presidente a la hora de reforzar su doctrina cesárea y mesiánica.

El Estado de opinión, es una idea sonsacada de tipo “obduliano”, o sea, obtusa y estulta como el intelectual del régimen (perdón por decir que este señor si acaso es un intelectual, pero algún periodista lo tuvo que llamar así y es porque creo que Uribe y su séquito lo ven como tal). Es el mismo idiota que niega el conflicto y hace un trueque semántico: desplazados por migrantes.

El Estado de opinión como fórmula politiquera ya tiene varios simpatizantes. No es de extrañar que sean los satélites abyectos del régimen que viven de las mieles del poder corruptor del gobierno. El poder de la mayoría en los evangelios provocó la muerte de Jesucristo, cuando Poncio Pilatos preguntó a la multitud qué hacer, si liberar a Barrabás o al nazareno, la masa enardecida pidió la liberación del ladrón y la crucifixión del “hijo de dios” para muchos. La decisión de la mayoría no hace de Jesús un culpable, ni de Barrabás un inocente. Solo demuestra lo peligroso que significa alinearse con el simple imperio de la mayoría sin otra contemplación.

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